El teatro de los homo tecnologicus

Qué raros somos los actuales "homo tecnológicus". Y eso atañe a todo el planeta Tierra. Pero lo de España es, especialmente, llamativo y como que conozco un poco más a mis paisanos me centraré en ellos. Y eso porque estos días vemos como los elegidos por la tribu no se ponen de acuerdo en trabajar por el bien común de la población que los eligió para velar por la mejor y más digna supervivencia de la mayoría. Y cuando veo, leo y escucho el juego que se traen entre manos, "nuestros representantes", me asalta una gran duda ¡¡una más!! ¿En qué momento el homo sapiens dejó de elegir a los más fuertes, a los más preparados, a los mejores, en fin, para solucionar los avatares y problemas que planteaba la supervivencia diaria de la tribu? ¿En que momento de la evolución los "fuertes" de la tribu empezaron a elegir a los más "débiles" para que no les quitaran la vara de mando? Así hasta hoy donde en demasiadas ocasiones vemos como los "peores" eligen a quienes consideran más ineptos que Ellos, con el fin de que no les disputen el Poder.
Alguna experiencia he tenido y he conocido algún pequeño partido por dentro. Y, a veces, lo que se ve por fuera no es nada ¡a peor!  con lo que se vive por dentro. Y sí, la selección de la especie -de la poca especie a la que se deja tomar partido en los partidos- no es la mejor ni de lejos con las consiguientes excepciones. Eso es más inquietante que lo que pasa en los ámbitos "privados". Y ello porque los partidos son hoy, si hay por lo menos un aparente juego democrático, los que eligen a los que luego serán nuestros representantes para gestionar la res pública y el devenir de la sociedad.  También conozco los ámbitos de decisión privado y su dinámica. No, tampoco los idealizo pues nada hay ideal viniendo de los humanos, visto lo visto y como está, en general, el mundo que nos rodea.
He visto como aupaban al servil ante el sincero; al mediocre obediente antes que al profesional preparado a pesar de crítico. Sí, el ser humano el actual "homo tecnológicus" vive una insoportable y tensa sobre presión: la selva ya es tan inconmensurable como peligrosa. Buscarse la vida es duro y por minutos, desregulaciones, perdida de derechos, precarización, desempleo, pobreza, desahucios, deshumanización..., lo hace cada día más angustioso, salvo que decidas salirte del "sistema", corromperte o corromper.
El personal va muy a la suya y no mira la cara de nadie. La perdida de valores.  Por eso un valor en alza, en el ámbito privado y en el público, es la lealtad por lo escasa. Por eso hay que andar ojo avizor y cubrirse las espaldas. De ahí también la judicialización de nuestras vidas.  Eso lleva, en muchos casos, a rodearse de los que, aparentemente,  no enseñan las uñas. No lo hacen por derecho; eso son los que suelen meterte la temida puñalada trapera. Esos suelen ser los traidores. Los de las 30 monedas.  Siempre hay una excusa, siempre una justificación ¡¡pero todos las tenemos a porrillo y tratamos de no ser unos mal nacidos!! Tratamos de vivir como dignos ciudadanos... ¡si nos dejan!
Por eso se termina eligiendo a los menos malos. El caso es que todo está por hacer ¡¡bien!! Hay demasiada mediocridad, tanta como maldad. Sí, el ser humano no es perfecto lo vamos comprobando y pagando, y en la loca carrera por llegar no se sabe bien dónde, las cosas se hacen sin alma ni pericia. La profesionalidad no se paga. Envidias y traiciones ¡ tan estériles! son como pan de cada día.
Así vamos hacia un mundo lleno de desigualdades, injusticias y tan caótico como invivible. Alguien ha decidido que eso sea así y en eso están. Y al cabo, esos pocos elegidos por la tribu para que velaran por nuestros intereses, los intereses y necesidades comunes, han decidido que todo sea difícil, angustioso, sembrado de miedos e inquietudes para los más. Vivir, sobrevivir, es lucha diaria para los más débiles del eslabón que tampoco desean serlo y que, ahora seguro, no esperan una nueva traición de sus representantes. Esos a los que eligieron para agarrarse, en muchos casos desesperadamente, a un esperanza, al menos una ilusión que, parece, se aleja. No será gratis.

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